Así es cómo ‘Black Mirror’ alerta de los peligros de la IA y ataca al propio Netflix
Netflix ha estrenado la sexta temporada de una de las series más aclamadas de la plataforma, Black Mirror. Cinco son los capítulos que nos propone esta nueva entrega del creador Charlie Brooker y que pretenden dejar al espectador con la boca abierta y, por qué no decirlo, un poco confuso y replanteándose sus acciones y decisiones diarias.
Por más que la inteligencia artificial generativa haya pegado el boom este último año, Black Mirror lleva cinco temporadas explorando los peligros de la innovación y de las últimas tecnologías. Esta no iba a ser para menos, sobre todo en el primer capítulo, en el que encima hasta el propio Netflix queda de villano. Si no lo has visto todavía, te recomiendo que no sigas leyendo.
SPOILER, SPOILER (por si no había quedado claro). El primer capítulo de la producción se titula «Joan es horrible». Al principio parece que no hay nada raro: vemos la vida de una chica, Joan, que tiene una vida completamente normal: su actual novio, Krish, le parece soso, no se siente del todo a gusto en su trabajo y va a terapia porque siente que no ha superado a su ex, Marc, con el que queda de vez en cuando a escondidas y que, de hecho, vemos cómo le propone que vuelvan a rehacer su vida. Además, asegura que siente que está viviendo en piloto automático.
La cesión de sus datos a Streamberry
Hasta ahí, todo bien. El problema llega cuando Joan vuelve a casa después de todo el día y se sienta a ver una serie con su novio en el sofá. Al encender Streamberry, el «Netflix» de Black Mirror, lo primero que les aparece en la pantalla es una serie nueva que se llama Joan es horrible, cuya protagonista es Salma Hayek pero que tiene un parecido razonable con la Joan real, más allá del nombre. Conforme empiezan a verla, se dan cuenta de que el primer capítulo cuenta el día que ha vivido, como si la hubieran estado espiando. Su novio se entera de todo lo que ha dicho de él y de que se ha besado con su ex y se marcha.
Ella, desesperada, ve cómo su vida queda plasmada en esa pantalla y todo va a peor cuando se percata de que no solamente puede verlo ella, sino que está disponible para todos los usuarios de la plataforma. Al día siguiente, la despiden del trabajo por revelar el servidor de datos y los planes de algoritmos de la compañía en el programa de televisión, pese a que no fuera su versión la que lo hizo.
Un show creado con imágenes digitales generadas por IA
Cuando va a intentar denunciar, la abogada le comenta que al registrarse y crear su cuenta en Streamberry, también dio su consentimiento a que esto pudiera suceder y que no tiene en absoluto el control de los derechos de su día a día ni de su imagen, pues los cedió para usar su vida como entretenimiento. Es más, ni siquiera Salma Hayek o el resto de «actores» pueden denunciar porque no se trata de ellos como tal, sino de imágenes digitales generadas por inteligencia artificial, por un ordenador, de ahí que puedan reproducir la realidad con tanta rapidez.
Al final, la verdadera Salma Hayek y Joan unen fuerzas para romper esa máquina que está destrozándole la vida a todo el mundo. Se dirigen a las oficinas de Streamberry, donde está la jefaza, Mona Javadi, y principal responsable de lo que está pasándoles. Una periodista le está haciendo una entrevista justo cuando llegan, a la que explica que están creando «entretenimiento experimental, material generado por ordenador», como una máquina capaz de crear contenido infinito en un período de tiempo reducido.
Joan simplemente ha sido el primer sujeto, el que han utilizado para probar el sistema, pero la idea es lanzar un contenido personalizado para cada uno de sus espectadores, destacando los puntos débiles de cada uno de ellos.
Entra en escena la ética de la IA y los avatares digitales
Cuando se dirigen a la sala para destrozar el ordenador, se dan cuenta de que la Joan presente ni siquiera es la verdadera, la «fuente», sino que están en la realidad del nivel 1, en la que este personaje está siendo interpretado por una imagen generada por IA en base a la actriz Annie Murphy, por lo que ni esta ni Salma Hayek son reales en ese plano, aunque tengan plena consciencia de sus vidas.
Joan / Annie va a destruir la máquina, pero Mona le insta a que no lo haga porque significa que acabará con los universos ficticios y que todas las almas digitales que se consideran reales morirán, introduciendo el debate de la ética en la IA y en el plano digital, como puede ser el metaverso. Acaba destrozando la máquina, porque si ella está ahí, quiere decir que la verdadera Joan, la original, ya se ha visto en esa situación y ya lo ha hecho, por lo que todas las versiones de Joan desaparecen.
Joan y Annie Murphy son arrestadas en la realidad y vemos al final cómo logran recuperar sus vidas, pero lo cierto es que el episodio deja un cuerpo bastante raro, especialmente si tenemos en cuenta todo lo que está sucediendo con la IA estos últimos meses y la rapidez con la que está avanzando la capacidad de generar contenido con la misma.